lunes, 18 de mayo de 2015

LOGROS E INJUSTICIAS

Logros e injusticias

Durante el dilatado mandato de Porfirio Díaz se realizaron obras importantes en varios puertos, y se tendieron 20.000 kilómetros de vías férreas. Las líneas de ferrocarril se trazaron hacia los puertos más importantes y hacia la frontera con los Estados Unidos de América para facilitar el intercambio comercial. También sirvieron para facilitar la circulación de productos entre distintas regiones de México, y como medio de control político y militar. El correo y los telégrafos se extendieron por buena parte del territorio nacional. Se fundaron algunos bancos, se organizaron las finanzas del gobierno, se regularizó el cobro de impuestos y, poco a poco, se fueron pagando las deudas. De gran significación fue la recuperación del crédito nacional en el mundo entero; la hacienda pública registró sobrantes por primera vez desde la independencia.
Se fomentó igualmente la explotación de los recursos petrolíferos del país mediante inversiones extranjeras, inevitables al no contarse con los recursos económicos y tecnológicos para emprender perforaciones e instalar refinerías. Se reanudó y mejoró asimismo el laboreo de minas, y la minería vivió un periodo áureo: en 1901 México era el segundo productor de cobre en el mundo. La industria textil se desarrolló con capital francés y español y favoreció el establecimiento en el país de poderosas instituciones financieras francesas; en los estados de Puebla y Veracruz se construyeron grandes fábricas de hilados y tejidos. Puede hablarse también de una era de prosperidad en la ganadería y en la agricultura, que progresó espectacularmente en Yucatán, en Morelos y en La Laguna, con vastas producciones de henequén, caña de azúcar y algodón.

México tuvo un crecimiento económico nunca visto, pero, como poca gente tenía dinero para invertir o podía conseguirlo prestado, el desarrollo sólo favoreció a unos cuantos mexicanos y a los extranjeros. Los capitales foráneos, principalmente estadounidenses, pudieron cobrar la deuda externa, pero también se hicieron con el control del petróleo y de la nueva red ferroviaria con sus inversiones. La desigualdad entre los muy ricos, que eran muy pocos, y los muy pobres, que eran muchísimos, abrió una profunda brecha en la sociedad mexicana. El despojo de las tierras a los campesinos indígenas en favor de los grandes latifundistas nacionales y extranjeros fue sistemático; se formaron así enormes latifundios, los indígenas perdieron muchas tierras, y la mayor parte de los habitantes del campo tuvieron que ocuparse como peones en las haciendas.
Con todo, se hicieron grandes esfuerzos por extender la educación pública (si bien con mayor atención a las ciudades que al campo), lo que permitió que se educaran más niños; cada vez más mexicanos pudieron seguir estudios superiores y se empezó a formar en todo el país una clase media de profesionales y empleados públicos. Se enriqueció la vida cultural con nuevos periódicos, revistas y libros escritos e impresos en México; los teatros presentaban compañías y actores europeos, y se extendió el cinematógrafo. La vida intelectual tuvo hitos importantes. Justo Sierra inauguró la Universidad Nacional. José María Velasco plasmó en cuadros maravillosos el esplendor del paisaje mexicano; Saturnino Herrán pintó una impresionante serie de cuadros con gente del pueblo y con alegorías a la mexicanidad, y José Guadalupe Posada logró vigorosos grabados con escenas de la vida diaria.

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